domingo, 25 de septiembre de 2011

LAS TIERRAS Y SUS HOMBRES II -Hernán Cortés y la conquista de México-

Pedro de Alvarado y Contreras

-Me duele el alma- fueron las lastimeras palabras que pronunciara en su lecho de muerte el lugarteniente de Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, y no es de extrañar a la vista de la impiedad con que se hizo notar en su camino por el Nuevo Mundo pese a que en la hoja de su espada pudiera leerse la inscripción: “Sácame con valor, enváiname con honor”. No cabe duda que toda colonización es hecho controvertido, y ésta más que otras,  por múltiples motivos agravado además por actuaciones poco afortunadas y la presencia de algunos personajes de siniestro recuerdo, si bien, en su descargo, cabría alegar tanto la imperiosa necesidad que les empujara a muchos a emprender tan osada aventura, como las vicisitudes y calamidades en que hallarónse  inmersos.

El hombre es hijo del universo de  sus circunstancias de tal suerte que son éstas las que le moldean para acabar siendo su resultado. Entre Europa y América median nueve mil kilómetros y el segundo mayor océano del planeta,  en consecuencia, uno y otro surgen en el origen de la vida como dos mundos emergidos  con su propia evolución a la luz de las circunstancias que de todo tipo los moldearon; sus hombres, aquellos y éstos, como también la fauna o la flora, el clima o la orografía, dispares por adaptación de cada uno a su medio, motivo por el cual cabría calificar la colonización americana como una confrontación de mundos, un verdadero cataclismo, el mayor cataclismo hasta ahora conocido, tan sólo comparable en nuestros tiempos con una hipotética colonización del  planeta por parte de seres de otras galaxias, sólo así cabría entender la reacción de Moctezuma coronando a Hernán Cortés con el tocado del dios Quetzalcóatl. Porque ¿Qué otra reacción podría haber tenido ante hombres tan desiguales a ellos con pertrechos de guerra y monturas nunca antes vistos y que les trocaban en poderosos e invencibles? A mi entender más que de superstición, la actitud del emperador méxica fue  de prudencia, porque sino, cómo justificar que ese encuentro entre uno y otro, hubiera de ser forzado por Hernán Cortés mediante las armas ante la actitud del azteca que  había rehusado en varias ocasiones el encuentro amistoso solicitado mediante emisarios. Un creyente nunca

Tenochttilan (1)

rehusaría ni a su dios ni a ninguno de sus enviados, por tanto, no es admisible, tal teoría. Moctezuma sabía, pues, a qué se enfrentaba, luego los acontecimientos posteriores así lo confirmaron incluido la epidemia de viruela que diezmó la población casi hasta el exterminio y, para muestra, copio literalmente un fragmento escrita por Prudencio Sandoval en 1519: “Espantáronse los isleños de ver aquella flota y metiéronse al monte, dejando desamparadas sus casas y haciendas…”

Cuando con 17 años, sale de su villa natal, Medellín, para embarcarse en la expedición que lo habría de conducir hasta la isla La Española (hoy República Dominicana), Hernán Cortés lo hace con un tobillo dislocado y  seria amenaza de tener que suspender por enésima vez tan ansiada aventura, y todo, por cumplimentar plañidero trámite en la morada del escribano en lo  que parecía ser su  “roman d`amour” con la fedataria y, hallándose en ese comprometido lance, les sorprendiera el distinguido funcionario, por cuya causa y de guisa poco presentable, hubo de lanzarse por el balcón con sus personales pertenencias, bajo el brazo, en hatillo. Corría la primavera del año de Nuestro Señor de 1504; el reinado de Isabel y Fernando viviendo  su máximo esplendor con la incorporación de las islas canarias a la corona como también el reino de Nápoles o la Cerdeña, y de una costa a otra de la Iberia en los hogares más distinguidos de la nobleza, entre narraciones y chismorreos sobre las andanzas y venturas caballerescas de familiares y conocidos, los aromas a café, pimientos, cacao y otros exotismos llegados de ultramar encendían, por momento, los espíritus de las fortunas venidas a menos ante la esperanzadora y salvífica promesa del Nuevo Mundo. Colón pronto había de emprender el regreso de su último viaje, un año antes, en este ambiente menos dado a la reflexión que a la gloria, abandonaba sus estudios en Salamanca con el grado de bachiller.

Moctezuma

En la historia de la colonización americana, dos figuras, a mi entender, son esenciales sin cuya presencia no hubiera sido posible o, al menos, lo hubiera sido de modo muy diferente; la primera la de Cristóbal Colon por su intrepidez y, segunda y fundamental, la de Hernán Cortés Pizarro.

No es fácil hallar personaje en quien confluyan tal cúmulo de virtudes sin las cuales no hubiera sido posible consumar empresa de tamaña embergadura; de su osadía encontramos buena prueba en el capítulo VIII del segundo libro del Quijote, cuando el autor en una sucesión de preguntas, se formula -¿quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortísimo Cortés en el Nuevo Mundo?- hecho que tiene lugar para evitar la deserción de su tropa ante las serias amenazas de los dos frentes que se avecinan, de una parte, el del todopoderoso y temido en la Mesoamérica imperio azteca, y de otra, el también poderoso gobernador Diego Velázquez; de sus dotes de elocuencia y persuasión toda su vida está jalonada con hechos que así lo corroboran, comenzando en Medellín con el percance en el hogar del notario, siguiendo con el reclutamiento de todo un ejército en Cuba contraviniendo al mismísimo gobernador, las continuas alianzas con las diferentes culturas, fundamentalmente, en Tlaxcala, para así poder afrontar la irrupción en el imperial Tenochtitlán, o el mismo proceso en que se vió envuelto cuando en 1528 fue destituido como gobernador y capitán general de la Nueva España (México) y enviado a la península y del que salió absuelto, como no podía ser de otra manera. De su generosidad encontramos pruebas más que suficientes como, por ejemplo, cuando en Quiahuiztlán es nombrado capitán general, en contra de su propia voluntad, para de esta manera la nueva población totonaca no depender del gobernador Velázquez sino directamente del rey.


Malinche

No obstante lo anterior y para no hacer la lista más prolija a los solos efectos de evitar una lectura más engorrosa, cabrían en su debe, alegar tanto la permisión en la tortura de Cuauhtémoc, si bien cuestionándose hasta qué punto no se vió forzado por la sed de venganza y oro de su tropa, como también, de los hechos que dieron lugar a la noche triste, la rebelión del pueblo méxica contra Moctezuma así como contra los españoles y su posterior cuasiexterminio, más que demérito de Cortés habría que atribuirlo, entre otras muchas medallas, al desatino de su capitán, Pedro Alvarado.

Mención aparte merecería la controvertida Malinali, mujer inteligente y sagaz, a quien Cortés toda la vida le debería haber estado agradecido.  

 

Quizás la montaña de los tres tiempos me ha confiado tres secretos: la gratitud hacia el pasado, la disponibilidad hacia el presente, la responsabilidad hacia el futuro. (Claude B. Levenson).


(1) Imagen tomada de la web: //www.mexicomaxico.org/ donde puede apreciarse cómo era Tenochtitlan cuando fue conquistada por Hernán Cortés y donde actualmente se asiente México, D.F.
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viernes, 16 de septiembre de 2011

Nuestro tiempo y sus circunstancias -I-

 

“La meta define al viaje. Atrévete a buscar un horizonte más vasto; a ti te corresponde trazar el itinerario de tu viaje: éste tendrá la amplitud de tu deseo” (Schuwaller de Lubicz)

José Ortega y Gasset
    
Epónimo es el sustantivo con el que se designa un concepto, lugar u objeto  y que deriva del nombre de una persona, habiendo sido utilizado ya tanto en la Atenas clásica como en la Roma republicana para designar los períodos según el nombre de su gobernante y, al día de hoy, continúa utilizándose en este mismo sentido en Japón, correspondiéndose el actual 2011 con el año 22 de la era Heisei del emperador Akihito; encontrándonos epónimos como Bolivia por Simón Bolivar o Colombia por Cristóbal Colón, pero no es de esto, en concreto, de lo que quería hablar. 

Fue don José Ortega y Gasset, en 1910, con el aforismo: "Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes” , quien sentara las bases de lo que luego se dio en conocer como la literatura de las "P" por englobar los principios formulados por  Laurence J. Peter, Potter, Putt y C. Northcote Parkinson todos ellos orientados a desentrañar los entresijos de la jerarquización social, y así en 1957, y como resultado de su extensa experiencia en el British Civil Service donde pudo constatar que a medida que declinaba en importancia el imperio británico, el número de empleados en la Colonial Office aumentaba, Cyril Northcote Parkinson enunciaba la conocida como ley de Parkinson y que viene a describir que toda burocracia se sustenta sobre un principio fundamental: “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”, principio, a su parecer, que deriva de dos factores innatos de cualquier sistema que se precie de burócrata:
a) “Un oficial quiere multiplicar sus subordinados, pero no sus rivales”.
b) “Los oficiales se crean trabajo unos a otros”.
En consecuencia, siguiendo a Parkinson, del literal de su libro, podemos extraer las siguientes consecuencias:
1ª) Toda burocracia aumentará cada año alrededor de un 5 por 100 con independencia de las variaciones en la cantidad de trabajo.
2ª) Cuanto más tiempo se disponga para hacer algo, más divagará la mente y más problemas serán planteados.
3ª) El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización.
4ª) Los gastos aumentan hasta cubrir la totalidad de los ingresos.
5ª) El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia.
Pero junto a la anterior y de la que hemos esbozados sus puntos fundamentales, Parkinson formuló otros igualmente fundamentales principios como la “ley de la dilación o el arte de perder el tiempo” y la “ley de la ocupación de los espacios vacíos”: por mucho espacio que haya en una oficina siempre hará falta, todas ellas  extraídas de la observación cotidiana, mediante las cuales, al tiempo que se describe o pone de manifiesto una determinada realidad, se denuncia la falta de eficiencia del trabajo administrativo.
Guy Kawasaki
En 1969, el catedrático en ciencias de la educación,  Laurence J. Peter, formulaba su conocido "Principio de Peter", -la nata sube hasta cortarse-, y que es deducido del análisis de las cada vez más complejas estructuras productivas que se sustentan en una progresiva acumulación de personal que tiene por único objeto remediar  la incompetencia de los inmediatos superiores con el fin de mejorar la eficiencia de la organización hasta que, en el proceso de ascenso, los recién llegados alcancen su nivel de incompetencia, y del que se deducen los siguientes corolarios:
  1. Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.
  2. El trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia.
En esta misma línea, ya en la década de los 90, el graduado MBA por la Universidad de Berkeley, Scott Adams, formuló su “Principio de Dilbert” en cuya virtud las compañías, sistemáticamente, tienden a ascender a cargos directivos  a los empleados menos competentes  para de esta manera limitar el daño que son capaces de provocar, libro que llegó a estar 43 semanas entre los más vendidos en las listas del New York Times y del que se vendieron más de un millón de ejemplares  y sobre el que el propio Guy Kawasaki de la Apple Computer llegó a decir: “Hay dos tipos de compañías, las que reconocen que son exactamente como la de Dilbert y las que también lo son pero aún no lo saben”.


Para los carroñeros del face. 

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sábado, 27 de agosto de 2011

LAS TIERRAS Y SUS HOMBRES -Guipúzcoa y San Sebastián I-

San Sebastian atado a la columna

Las tierras y sus hombres –Guipúzcoa y San Sebastián I-


San Sebastian, nacido en la ciudad francesa de Narbona en el año 256, creció y se educó en Milán sirviendo como capitán de la primera corte de la guardia pretoriana del emperador Maximiano en los momentos de máxima persecución del movimiento cristiano. Cuando, por delación, el emperador es advertido de la doble condición del capitán de su élite  –soldado y cristiano-, después de ofrecerle la
posibilidad de elegir por una u otra opción y ante el parecer del santo de abandonar el ejército para de esta manera no traicionar sus creencias más firmes, en despecho, le condena a morir de la forma más dolorosa, designando a tal fin, de entre sus mejores arqueros, quienes lo habían de desnudar, atarlo a un poste en el estadio Palatino y saetearlo
Plaza Gipúzkoa
 sin piedad.  Sin embargo, milagrosamente, no fue así como encontrara la muerte; el cuerpo, exánime, fue recuperado por su seguidora Irene que lo hospedó y cuidó en su propia casa hasta el total restablecimiento. Una vez recuperado de las heridas de muerte y contra los consejos de los más allegados que lo invitaban a abandonar Roma, el

 santo no sólo prosiguió con la labor de evangelización en la capital del Imperio, sino que personalmente fue a suplicar al emperador que abandonase la persecución contra sus correligionarios; y como era de esperar, el mandatario romano que no daba crédito a lo que veían sus ojos, no sólo no le hizo caso, sino que ordenó a
Puente Urgull, Teatro Victoria Eugenia y Hotel Maria Cristin
los soldados azotarlo hasta la agonía, siendo después arrojado el cuerpo a las cloacas, de donde nuevamente Irene lo recupera y lo inhuma en un cementerio subterráneo de la Vía Apia. Posteriormente, la iglesia romana erige en su honor un templo, que aún hoy se conserva en la parte posterior de la catacumba, conocido como la basílica de San Sebastián, y otro más en el Palatino; desde entonces, en su memoria, se han venido erigiendo ermitas, monasterios y templos en toda la faz de la tierra, entre ellos, en nuestra querida ciudad donostierra.

  La ciudad de San Sebastian, por tanto, debe su nombre al monasterio que existiera donde actualmente se emplaza el palacio de Miramar, en las faldas del monte Igueldo, erigido en honor del santo, y que en 1014 fuera cedido por el rey de Navarra, Sancho el Mayor, al Obispo de Pamplona y Abad de Leyre, en las laderas de la Foz de Lumbier, pero

 no es hasta 1.180 cuando la villa fuera fundada por el rey navarro, Sancho el Sabio,mediante otorgamiento  de carta puebla redactada en latín con el nombre de “Sanctus Sebastianus” y con el que pretendía el rey obtener puerto marítimo para su reino, siendo desde entonces conocida con la triple significación de Donostia, San Sebastián y la Bella Easo.

    La primera acepción, Donostia, tiene varias teorías, siendo la más común la que atribuye su etimología a “Domine” (Señor) “Ostium” (Ostia, puerto) – Señor del puerto-, en alusión a San Sebastián mártir. Su segunda acepción, -San Sebastián-, ha sido ya explicitada y se debe al nombre con que en la carta puebla otorgada por el rey Sancho el Sabio fuera designada la Villa en

domingo, 14 de agosto de 2011

De las aventuras y desventuras -El Algarve III-

Vila do Vispo
    
     De cuanto acontece en la segunda salida


    LO del "matremoneo" es entuerto con amplias y certeras consecuencias sobre dónde,   cuánto y cómo has de dormir, porque no durmiendo veámonos en la obligación de acompasar las largas zancadas a pasos más sostenidos y ñoños so pena de vivir uno la primavera y otro recogiendo nueces y castañas allá próximo el invierno y, por este serio motivo, mientras ella durmiera, deambulara muy temprano yendo y viniendo las ajardinadas y largas avenidas de Vilamoura como otro “dorao giri” pensionista más, lo que plantéame dudar que pese a mi edad y aspecto, estaré  entrando en esa frontera donde los ajados ingleses y germanos ejercitan sus cuerpos con ejercicios mañaneros.
Puesta de sol en Sagres
    Fuere como quisiere, cansado de ir de allá para acá sin son ni ton y haciendo como conviniere al necio TOM-TOM,  ida y vuelta, volvíme al apartahotel y después de los aseos, desayunos y arreglos, en el auto y sin necesidad del tonto y necio cacharro, emprendimos ruta hacia la lusitana villa de Sagres que en los tiempos de la colonial  expansión fundara el navegante Infante, don Henrique de Avis y Lancaster, Gran Maestre de la templaria Orden de Cristo. Mas en llegando allí, con los calores de la tarde anterior y vestidos por esta irrefutable necesidad con lo mínimamente ponible en evitación de escándalos y mayores insidentes diplomáticos, y por ser además la propia del tiempo, no obstante los vientos que arreciaran de una  y otra parte del Cabo, vínome a la memoria los trágicos momentos del hundimiento del Titanic donde tripulación y tripulantes naufragaran ateridos, por cuya causa y a fin de evitar desenlace tan extremado, hubimos de buscar tienda en que adquirir prenda con que ahuyentar el inoportuno frío del Atlántico, mas entonces encontrámonos con  ese mágico instante en que por mor del olfato de la lengua descubriera a sendos norbiense y cluniense que, con su auto aparcado  en la portucalesa ciudad de Evora, en bicicleta se propusieran conocer y vivenciar la extensa comarca de El Algarve desde Cabo de San Vicente hasta la bella Tavira, y en concluyendo el café, prestos nos dirigimos después a ver la Ermida de Nossa Senhora de Guadalupe donde orara el Gran Maestre,  en la freguesía da Raposeira.
Ermida de Nossa Senhora de Guadalupe


Seguidamente de ello por la 125 bajamos hasta la otrora capital navieira y principal mercado de esclavos, la bella Lagos, y en ella deambulando por sus calles, de bruces  topáramos nuevamente, con sorpresa y contra las más rigorosas leyes de la naturaleza, con el doncel y las cinco zagalas de la Falésia  que con desbordada alegría nos relataran pues esperaban en  Sagres  contemplar el que dicen ser del mundo su más bello atardecer, mas les conté lo de la mi mujer y su adherido frío y en prueba les mostrara los vestigios  que de ello conservara como la prenda que comprara y que llevara puesta bajo el vestido; por enésima  vez nos despedimos, y siguiendo con nuestros paseos y, lacios ya de tanto hollar, hallamos donde comer al frente de la mar en restaurante de su paseo marítimo, y… ¡será irónico el destino cómo plácele reírse de tan pobres dignatarios! mientras degustaba un impresionante arroz con marisco portucalés: -¡ merveilleux et délicieux !-, nuevamente, mesmamente, la omnipresente estampa de la Falésia –Alfonso y sus cinco mageritenses, que por ser tantas mi TOM-TOM no da a recordar tantos nombres de una sola y primera vez-.
Centro de Lagos
  Tras comer, mercadear y gozarme de la peculiar y bella presencia de tres esbeltas mulatas que, ensortijadas y envueltas en sedas y turbantes, parecían haber sido liberadas de algún harén de Sultán o Visir de renombrada importancia, nos llegamos hasta el pesquero y pintoresco pueblecito de Olhao, donde vagabundeamos,

jueves, 11 de agosto de 2011

SEMBLANZAS - Cordoba III-


El latido del hombre

El día 2 de junio de 1912 nace en Córdoba en el seno de una familia acomodada el que fuera nieto del “mataó” Bocanegra, don Manuel Carreño Fuentes. Se licenció en Químicas en Madrid y por residir en la laureada y bohemia Residencia de Estudiantes trabó amistad, entre otros, con Federico García Lorca al que introdujo posteriormente en los ambientes cordobeses. No obstante, su estrato social y su formación tanto humana como profesional, optó por esculpirse su propia vida, de él decía Diego Rojano en el Diario Córdoba en mayo de 1995  “Carreño con todo el tiempo del mundo disponible para su uso particular, como él acostumbraba con gracejo a decir, para ganarlo y perderlo a su antojo, sólo esclavo de su libertad nos descubrió las famosas tabernas de Córdoba”, malviviendo de lo que le reportaran sus clases particulares, sus memorables “Memorias tabernarias” que publicara el diario Córdoba y, sobre todo y por encima de todo, de los sablazos en cuyo arte ha sido y no creo que en la historia que esté por llegar, halla quien lo destrone de tan elevado  cetro, para cuya ilustración copio algunas anécdotas del cordobés: “Estando  Carreño en una finca en uno de esos peroles que duran varios días, alguien con
espíritu socarrón le dijo: -Te reto en duelo con florete-. Carreño, sin pensarlo, respondió: -Hombre... ¿porqué me provocas?, ¡si soy el Rey de los sablazos!-.”; mientras, en otra ocasión, el propio Carreño le comentaba a un amigo sobre el arte del sablazo: “-Mira, el sablista tiene que tener mucha habilidad. Yo sin más, doy un sablazo y corto los testículos de un mosquito con la Tizona del Cid-.”. Otro día 
Taberna el Gallo
habiendo anunciado el periódico la inauguración de una famosa Venta en Córdoba en la que se invitaba a una copa por cuenta de la casa, nuestro Carreño aprovechando que Guadalquivir y Pisuerga se prestan a pasar por “toas partes”, se presentó para beber cuanto le apeteció, cuando satisfecho, dispuso marcharse, el dueño de la Venta le abordó, diciendo: “-Debe usted cinco consumiciones-. Nuestro amigo le respondió: Hombre, pues yo pensé que era gratis!. De haberlo sabido me hubiera traído la chequera-. Por el incidente, Carreño fue llevado a la comisaría. El comisario que lo conocía le dijo: - Hombre Manolo, por qué te vas tan lejos y con gente que no conoces-,  a lo que Carreño contestó: - De más lejos viene el Mallorca a jugar con el Córdoba y a sus jugadores no los conoce ni la madre que los parió-.”
 Don Manuel Carreño Fuentes

La ciudad de Córdoba es toda ella un museo donde se amalgaman, en la noche de la historia a la sombra de sus más genuinas arquitecturas, sus bohemios rincones, callejas y tabernas en el semblante de sus hombres y mujeres, sin saber muy bien discernir,  si es el hombre quien se debe a su tierra, o es la tierra quien se adapta a la forma de sus hombres, en ninguna otra ciudad se proyecta de forma más clara el ser del otro en su ausencia, esto es, conociendo únicamente la ciudad que no sus gentes, podríamos perfectamente imaginárnosla y, al contrario, conociendo a sus gentes, es fácil representarse su ciudad, y nuestro personaje, Manolo Carreño es, como tantos otros, la parte ostensible y pintoresca del alma de su ciudad:
Hasta no hace mucho,  años sesenta, existían en todas las oficinas unos recipientes en forma de platillos que se llamaban de agua, su nombre era –escupidores-. Pues bien, en una de las oficinas donde trabajó Carreño, había un compañero que escupía desde su mesa al recipiente sin

martes, 9 de agosto de 2011

De las aventuras y desventuras -El Algarve II-

De cuanto acaece en la primera salida

Vista interior del Complejo, a babor terraza de Comedor-Cafeteria

     Pues como iba diciendo una vez que la hospitalaria y “portuguesiña” Vianda nos complaciera con su mejores ademanes concediéndonos jurisdicción y plaza y para ello nos entregara las llaves, pudimos de esta curiosa y feliz manera acceder al  107 apartamento del Complejo Río en su número 2 de la “Rúa França”  con todo presto, al fondo dotado de terraza-balcón “despuesto” con mesa y sillas de jardín donde, siempre que valíame porque estare ocioso, bien porque no llegare el ansiado sueño o porque con ánimo polvorilla hubiérase marchado éste a no se sabe dónde y sin haber, previamente, comentádome a mí por qué ni por cuánto ni de qué manera,  sentábame y fumando, las unas veces leía, otras con la música llenábame de ausencia, en
ocasiones  laboraba, pero las más de las más solamente, miraba y miraba. Al fondo dábame a gozar perdiendo la mi mirada entre las calles arboladas, a la izquierda según miraba el perpendicular brazo del Complejo que en su arquitectura presentare forma de L, mas enfrente al otro lado extendíase el arbolado jardín, y bajo la terraza-balcón del 107 apartamento, las piscinas que, aprovechando los desarrollados conocimientos y teorías del pisano y paradigma hombre del Renacimiento Galileo Galilei, comunicaban sus vasos con agua de la Falésia provista además de "despuesta"  zonas
El pisano hombre del Renacimiento, Galileo Galilei
  de playa y césped con sus hamacas dispersas y acompañados de quitasoles de esos que siempre, siempre, se utilizan y son usados en piscinas y playas "mesmamente", mientras que a su babor accedíase a la cafetería-comedor provisto también de terraza con sus sombrillas anunciando “gelados e bebidas“.
                A eso de las 6 de la española hora, que en esto del tiempo los ellos son más ceremoniosos y dejan caer el minutero con parsimoniosa medida que los nuestros, comido y repuesto de tan luengo cansancio,  en el auto negro nos allegamos a la Falésia mas provisto de poca cosa no más que gafas de sol y toalla, y en su fina y blanca arena hubimos nuestro nómada asiento desde donde explayarse observando arribar las olas con su bullicioso rodar las unas sobre las otras, y en medio de su, para nosotros, extraño “falar”, de tarde en tarde, uno y otro, en las atlánticas aguas, por donde otrora los corsarios navegaran con licencia y protección de la corona inglesa, zambullíamonos más para

domingo, 7 de agosto de 2011

De las aventuras y desventuras -El Algarve I-


El TOM.TOM en plena faena

          
       Los galenos son gentes muy sabias y doctas e inclinadas por una rara naturaleza a auscultar lo humano y lo divino, y entre lo divino,  a “adevinar” en lo futuro lo que ha de acontecer sin riesgo  ni venturas que no fueren las precisas, que por esta razón y siguiendo la doctrina de su facultativo prospecto, un buen día del caluroso mes de julio, no “desponiendo” de más grande destino que nos acogiera en los sanfermines de Pamplona la navarra más conocida entre los suyos como la -Iruña-, fuímonos la mi princesa y yo, y a fé que “er” título de la mi mujer no fuere ni demostrado ni cierto más méritos tuviere yo aunque sólo fuere por linaje paterno a tan alto honor y abolengo, pues como iba diciendo, temprano muy de mañana, al TOM-TOM del auto negro que como su propio nombre expresa no fuere ni inteligente ni listo sino más bien tonto y necio, después de
marcarle como destino la villa de Valverde del Camino famosa por sus  botas de piel camperas, mas al llegar a Santa Olalla en la onubense comarca de Cala, por conocer las costumbres, las prestaciones y hombres por razón y suerte de mis anteriores viajes, allí diéramonos descanso a nosotros y al auto y allí “mesmo” nos comiéramos los ansiados churros que por aquellos lares no se venden por unidad sino al peso y por este motivo con el café desayunero comímonos ella y yo un cuarto de kilo de manjar tan espeso si bien sabrosos, tiernos y buenos. Luego díjonos el churrero con sabio y grande consejo que yendo   
En el camino -Valverde del Camino-
 dirección a Sucre llegaríamos hasta Valverde pero que antes paráramos en las Minas de Río Tinto donde “j`aice de tó” miradores con extenso y extraño mirar que más paréceme estar  contemplando y retozando el paisaje desnudo de la bella y blanca Luna o, incluso, “faciendo una escusión” a pié por el enigmático Marte que yo nunca en el cielo de todas las estrellas muy bien, muy bien, nunca supe “qual d`ellas” es. Allí “acordéme” del singular personaje conocido como “El Penumbra" que sostenía haber sido abducido en aquél encantado lugar por alienígenas impíos por no "desponer" de corazón y sesos como nosotros los hombres, 

viernes, 5 de agosto de 2011

SEMBLANZAS -Cordoba II-




Oh, jardin del Alcázar, maravilla
de paz, por el silencio perfumada

que envidian los jardines de Granada
y los floridos patios de Sevilla.
(Francisco Villaespesa)



                El origen del Alcázar de Córdoba no es claro, lo que sí es cierto es que en su interior se conservan vestigios romanos y que era doblemente conocido, como  Palacio  de Rodrigo –en referencia a Don Rodrigo- que lo utilizaba como residencia antes de su derrota en la batalla de Guadalete y también como residencia de los reyes del Castillo de Almodóvar, existiendo una antigua leyenda que hace referencia a su descubrimiento según la cual yendo de caza el rey almodovense con su halcón favorito se llegó hasta un páramo desértico y soltando al rapaz en pos de una perdiz se adentró en una espesura de impenetrable maleza y fue así como bajo ellas descubrió las asombrosas estructuras de un edificio, en ruinas, construido en bloques de piedra unidos con plomo fundido. Es a partir de este momento cuando se inicia la reconstrucción del Alcázar hasta devolverlo a su estado primitivo y a su alrededor el
pueblamiento de lo que hoy conocemos como  -la ciudad de Córdoba-, habiendo desde entonces, sido morada de califas y reyes, dinastía tras dinastía, y testigo de amoríos y romances a la frescura de los estanques que al pie de las almenas contienen el agua que cantando  en fuentes y surtidores se aleja por las acequias. A su sombra, surge Córdoba como ciudad, con sus rincones y personajes, que a continuación, relato:
            En el año 1935 –no he podido documentar la fecha exacta- en la taberna Casa Pastor situada en la calle Duque de Hornachuelos se funda la “Peña Los 99”, llamada así por ser noventa y nueve los miembros que la componen; también conocida como Amigos del Silencio, por cuyo motivo en romerías y paseíllos, cantaban la sugiente letrilla:
Sólo son, sólo son noventa y nueve,
los que forman esta Peña singular.
Sólo son, sólo son noventa y nueve,
no queremos ni uno menos, ni uno más.


Marqués del Cucharón
            Entre sus miembros contaban con personajes, tales como don Alfonso López Grande – fallecido en Córdoba el 28 de mayo de 1970-, más conocido popularmente de manera más que fundada como el -Marqués del Cucharón- dado –de una parte- su educado y elegante porte y su figura mayestática que lo emparentaba con el abolengo más rancio con raíces en la mismísima  Reconquista mientras que lo segundo hacía honor al cubierto de madera de voluminosas proporciones con que comparecía en cada uno de los peroles en que concurría o era reclamada su presencia –y fueron muchos-, siendo bautizado con este título en la sevillana feria de abril de 1936 con el agua sin bendecir del chorro de la primera fuente a mano.

Era costumbre en la peña hacer “el paseíllo” a lomos de noventa y nueve jumentos,      -uno por cabeza- en cuantas ferias y romerías  concurrían. En la Romería de Linares –se cuenta- iban montados en sus noventa y nueve burros encabezando  la comitiva el rejoneador Cañero,  portaban en un carro una inmensa cuba de vino donada a la peña por el bodeguero Cobos de Montilla con la decoración apropiada para el momento, la velazquiana pintura "Los Borrachos".  Pues bien, habiendo emparentado con la sevillana peña “Er 77”, fueron los cordobeses invitados a la feria de abril y como quiera que entre la estación de ferrocarril de Sevilla hasta el Prado de San Sebastián hay un gran trecho, cuando a los sevillanos les tocó devolver visita a la cordobesa feria  en mayo de ese mismo año y los piques entre sevillanos y cordobeses vienen ya de la época del califato,  Miguelito del Río 

martes, 2 de agosto de 2011

Semblanzas -Córdoba I-

Julio Romero de Torres -La siesta-


              SEMBLANZAS – Córdoba I -

-Hay gente pá tó – esa fue la lacónica respuesta con la que el califa del toreo, Rafael Guerra Bejarano  - El Guerrita – sentenció con la misma altanería,  temple y gravedad con que minutos antes había plantado el capote ante las embestidas fieras del murlaco cuando terminada la gran faena de la tarde le presentaron a don José Ortega y Gasset y le apostillaron de profesión: –filósofo-.

Próxima al río Guadalquivir entre patios de limoneros y geranios alcanza a adivinarse la singular Plaza del Potro, frente a frente, de una parte, la residencia donde le alcanzara la muerte al genial pintor
del costumbrismo y la mujer cordobeses, don Julio Romero de Torres, sumiendo con ello por largo tiempo todos los estratos sociales de la ciudad en duelo, luto y dolor, de otra, la cervantina Posada del Potro dispuesta a modo de corral de vecinos, hoy reconvertida, después de siete siglos como tal, para usos culturales. Al otro lado, se divisa la torre de la catedral –otrora el mirab erigido por Abderrahman I-. Y es que a estas y aquellas alturas, Córdoba entera es el libro gordo de Petete que habla y a la vez recita con retahíla “el libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene y por eso te digo contento hasta la semana que viene”, cuando en los más dispersos lugares de la geografía aún hoy se vienen librando pendencieras luchas de banderas, símbolos y  lenguas, once siglos antes, el califa Alhaquem II, implantó y dirigió una política basada en la igualdad de todos los grupos étnicos y religiosos para acceder a los puestos de gobierno, acabando con la nobleza militar árabe, berberisca, eslava o de cualquier otro origen. El respeto a los cristianos, a los judíos y a la inmensa parte de la población, así como la constitución de una burocracia meritocrática y una clase media comercial y administrativa fueron las bases de ese estado de bienestar, instaurando además la educación gratuita y obligatoria entre los pobres, pero si todo ello no fuera suficiente,  legó el califato más poderoso del momento a su heredero de sangre navarra, Hixen II, hijo de la concubina Aurora,  y para muestra una estampa del costumbrismo de Petete cordobés, y copio literalmente:  “La anécdota que se relata es un detalle de cómo los clásicos cordobeses hablaban cuando nada hay que decir. Estaba el "El Guerrita" en el Club que llevaba su nombre con unos cuantos amigos toreros y subalternos, era el mes de julio y hacia un calor sofocante, propio de Córdoba. "Rafael" se quitó el sombrero de ala ancha, se sacó un pañuelo y se secó el sudor de la calva y añadió: -Vaya un "caló" que "jace"; todos callaron, pasado un rato se oyó la voz bronca del "Zurito" que decía, -Sí que "jace" "caló"; se produjo otro silencio prolongado. El piquero "Catalino" cogiendo con gesto ceremonioso y calculado un vaso de agua bebió un trago, se limpió la boca con los dedos de la mano y añadió: - "Po" sí "señó" que "jace" mucho "caló".
No, no es fácil la convivencia cuando la pared que  media no es un nexo de unión sino un muro de contención de individualismos cuando además premian otros intereses más espúreos que los meramente humanos, y fiel reflejo de todo ello lo encontramos en la exuberante y grandielocuente Catedral-Mezquita, otrora Mezquita, otrora Basílica de San Vicente, y de estas contiendas no se sustraen ni califas ni emperadores; ni obispos ni cabildos; y muchos menos, el sufrido pueblo  llano. Y digo esto, porque a ver, mi queridísimo Abderrahmán I, no  podías haber elegido otro emplazamiento con todo lo grande que es el campo para plantar las primeras piedras de lo que posteriormente fuera la envidia de la humanidad entera. – Pues no, va a ser que no-, y hubo que derruirse por decreto militar la visigoda basílica de San Vicente –ahí, con dos cojones-. Pero aquí no acaban los festejos, antes al contrario, lo que ha sonado no es la traca, sino el chupinazo de salida. Y así cuatro siglos después,  don Fernando III alias “El Santo”  inicia las primeras remodelaciones –ante todo el gusto, la impronta y la comodidad del huésped-, hasta que un buen día, allá en el siglo XVI, con los tercios lidiando en mundo y medio contra turcos, bereberes, piratas, herejes y comuneros, el mismísimo Emperador Carlos I, no cree lo que ve y lo que están viendo sus ojos no es otra cosa que su propia sentencia

sábado, 30 de julio de 2011

La virtud del silencio - II bis -






Qué bien sé yo la fonte que mane y corre,
aunque es de noche. (San Juan de la Cruz)

La tradición ortodoxa del silencio es antigua. La raiz griega, mu, de la cual procede "místico", significa silencioso o mudo. Ya en la China antigua, Tao-Sheng había dicho: "Usad las palabras para explicar pensamientos, pero el silencio cuando los pensamientos se hayan absorbido”, y es que en la cultura zen como en cualquier otra cultura de cierto rango, la cristiana también,  –las más trascendentales verdades son la no dichas-, pero esto no es exclusivo de las culturas zen o cristiana, se repite en cualquier movimiento de enpaque sea de tipo religioso o filosófico, de ahí que sea común en todos ellos promover la sustitución del uso de las palabras por el gesto. Copio de Sophia, edición de 1997 -Para preservar los beneficios del silencio, los antiguos Maestros del Zen fomentaban el diálogo por el gesto. El gesto transmite ricos mensajes visuales. Estos permanecen mucho después de que los tediosos mensajes verbalizados hayan sido olvidados.
El aparentemente simple acto de inclinarse es un gesto poderoso. Es un manera excelente de practicar el dominio de la soberbia del yo personal. Una vez un monje le preguntó al Maestro Rinzai "Cuál es la esencia del Budhismo?" La respuesta de Rinzai fue un gran rugido. Ante eso, el monje se inclinó. Rinzai dijo "Ese es un hombre con el que se puede dialogar"-.
                Pero no nos dejemos embaucar, el silencio es un medio, muy poderoso, pero un medio, que ha ido trascendiendo culturas y tiempos y que ha llegado a nosotros con la misma virtualidad y preeminencia que en los tiempos remotos, y cuya experiencia está al alcance de la mano de quienquiera en cualquier parte del mundo y a cualquiera hora del día o de la noche, claro está, para ello es condición sine qua nom emprender los pasos que siguiera Julie Crhistie en la película que protagonizara y que fuera dirigida por John Schlesinger en el año 1967  “Lejos del mundanal ruido”, esto es, retirarse del aluvión de experiencias exógenas que nos invaden permanente y machaconamente para, mínimamente, encontrar los más elementales vestigios de nuestro ser más íntimo, o  lo que es lo mismo, trascender “la noche” de que hablaba nuestro más renombrado

domingo, 24 de julio de 2011

La palabra imprecisa - I bis -


-LA PALABRA(*) ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO- así rezaba uno de los poemas del ya fallecido Gabriel Celaya, muy renombrado en los años postreros de la dictadura franquista y que, yo mismo, he recitado en múltiples ocasiones al amparo de los acordes musicales de Paco Ibañez,  sin embargo,  justo es decirlo, el bosque solamente es apreciable en su integridad visto en perspectiva, una vez adentrado en él cuatro árboles plantados pueden darnos la impresión de internarnos en la Amazonía, y digo esto, porque a la vista del contexto, tal vez tuviera razón el poeta vasco, pero extraídas de su época social y cultural -esto es- pasados los años, la palabra, unas veces suena a rancia, otras a vacuidad, y pocas, muy pocas con sentido y contenido.
     Hay una cita cuyo autor desconozco y que la oí por primera vez  en boca de la entonces primera dama de la política nacional, Carmen Romero  que, en una entrevista, decía  -el hombre es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice-, y es que, siempre, siempre, siempre los silencios han  expresado más que las palabras, otra cosa distinta es que, en ciertas coyunturas históricas, el hombre
pierda el norte y comience a merodear sobre sí mismo, sin lugar adonde ir y sin saber de donde procede, son los momentos de contracción en la evolución de la especie, sucedió en la época de la fisolofía griega, sucedió también con la civilización romana y se repite con cada una de las distintas culturas y, lo curioso es que siempre coincide con los momentos de mayor decadencia y degradación social de cada una de ellas, en consecuencia, o uno es fruto del otro o el otro es fruto del uno. Cada cual extraiga sus conclusiones.
Y es que visto así, el bosque, ya cobra su verdadera dimensión y la palabra

sábado, 23 de julio de 2011

Los cipreses también creen en Dios





-Si hablas con el pueblo, y guardas la virtud
si marchas junto a reyes, con tu paso y tu luz-
-todo lo de esta Tierra será de tu dominio,
y mucho más aún …¡ Serás HOMBRE, hijo mío !-
 (fragmentos del poema Si de R. Kipling)

Hay cosas que me ponen, no se qué, pero me ponen, de ellas, entre las que más, la injusticia y la ingratitud. Llegará la fecha, no sé cuando la verdad, en que hablemos y nos ocupemos de los personajes y los hechos -posthistóricos-, pero hoy por hoy, nos toca actualización de contenidos y repasar historia, siglo a siglo. Veamos con qué nos encontramos.  Abro la lección y… ¿a quién veo?  ¡Uhmm, Atli!... Buena piedra de toque, empezemos.
                Por Atli es conocido y venerado en los cantares de gesta escandinavos y nibelungos el que,  en los países pertenecientes al antiguo imperio romano, ha pasado a ser el miedo de los miedos y terror de los terrores de occidente, el
azote de Dios, el bárbaro, el impío, la ferocidad: - Atila- . Sin embargo todos estos y muchos calificativos más distan mucho de la realidad, y si no, atenta lectura y posterior contrastación de datos.
                Cuando los diferentes pueblos procedentes de Oriente comienzan a invadir Europa, empujados por los Hunos, Roma a fin de preservarse la integridad del Imperio –que en eso de la diplomacia fue única-, negoció con Mundzuk –rey y padre de Atila- unos tratados bilaterales de no agresión en virtud de los cuales, entre otras cosas incluía que, herederos de distinguidas familias patricias de Roma se trasladarían a vivir y recibir educación entre los Hunos, mientras que distinguidos descendientes de aquellos se trasladarían a Roma a formarse conforme a los cánones de occidente –entre los primeros, se encontraba el que posteriormente fuera conocido como el último romano, el

viernes, 22 de julio de 2011

El Principio de Peter(*) en el camino a Santiago - I I -


              En los ámbitos peregrinos es máxima que la mochila no lleve siquiera lo necesario, antes “echar en falta” que un “por-si-acaso” y todo ello con el único objetivo de aligerar peso en las eternas y asolanadas caminatas hacia Santiago de Compostela. Esto viene a colación porque si en mi anterior artículo que insertó este medio, la motivación era manifiesta a la vista de su contenido, no sucede igual en esta ocasión, donde hay un contenido y una motivación mediata que lo justifica, pero detrás se oculta una motivación inmediata que pertenece  a mi más íntima manifestación implícita y explícita, y a la vista de estos  prolegómenos, les puedo asegurar, que en ello no va ni el reconocimiento social ni la aprobación o desaprobación de mi buena o mala prosa –sería mucho peso para el camino una mochila con tanto “por-si-acaso”, sencillamente pertenece a mis necesidades de tipo más antropológico.
                Pues bien, siguiendo con toda la argumentación que subyacía en el artículo en memoria de nuestro malogrado Segura (q.e.p.d), hete aquí que la historia no se cansa de recordar tantos y cuantos Principios de Peter y cuantos y tantos don Diego García de Paredes.  Este no deja de ser uno más.
                Todos los pueblos tienen su memoria colectiva y será tanto mayor cuanto más avanzada sea la edad del pueblo, a mi memoria y a la memoria de
tantos otros pertenecen personajes de la escena villanovense de los años 60 ó 70 que han dado vida con su sólo hacer a toda una ciudad, de esos, algunos ya han fallecido con más pena –y absolutamente nada de gloria- cuando la gloria les reclamaba un lugar propio por haber protagonizado un momento de la gloria de la colectividad. Estoy pensando y no es necesario pensar mucho para llegar a esa conclusión, en un lugar concreto, - el viejo campo de fútbol de tierra enclavado en la antigua era de Cagancha- y,  actualmente polígono industrial,  denominado no sé si de manera un tanto petulante  “ Santiago”, que tenía la honrosa virtud de servir para múltiples usos, de suerte que entre semana era doblemente aprovechado: las mañanas - para guarecer cabras y las tarde-noches para entrenos de  las estrellas balonpédicas-, mientras que los domingos… ¡…los domingos ya era otra cosa!, preservado en exclusividad con

JUAN ANTONIO DORADO SEGURA IN MEMORIAM - I -



             Las consecuencias del Principio de Peter (*) tal como fuera formulado por Laurence J. Peter, pueden rastrearse a través de la historia originando sangrientas injusticias que afectan de manera exclusiva a la vida y muerte de hombres llamados a ser ilustres. Veámos.
                En la plaza de Trujillo se erige la estatua ecuestre de Francisco  Pizarro que sirve para, además de honrar su nombre, rememorar generación tras generación, su figura y hazañas. La historia en este caso, es justa; nada que objetar.  Pero sucede que junto a este buen señor, Trujillo fue cuna de otro no tan ilustre y rememorado y cuya vida y hazañas  están muy por encima del anterior, hasta el punto que el mismísimo don Miguel de Cervantes cuando hallándose escribiendo el Quijote, en esa fase de velocidad de crucero en que la obra se escribe a sí misma, hubo de forzar el guión y a través de la figura del cura hacerse eco de la vida de este hombre, cuyo nombre todavía no he citado, y que no es otro que don Diego García de Paredes. No voy a decir aquí nada de él porque no es el  objeto de este artículo, para quienes quieran ilustrarse, y les
aseguro que no se arrepentirán de ello,  en la plaza trujillana, en una de sus esquinas, existe una decimonónica librería donde expenden por poco más de 3 euros un librito casero que recoge toda su vida y hazaña.  Pues bien, como decía, este hombre, que en el siglo XV era conocido en el mundo entero –Europa-América-Africa-, a pesar de que en aquellos tiempos ni existieran  móviles  ni acceso a internet,  es el claro ejemplo de víctima del llamado Principio de Peter, y lo fue, tanto en vida como, y, lo que es peor, después de muerto, a pesar de los esfuerzos de don Miguel de Cervantes.
                Pues todo lo anterior viene a cuento, porque la misma sensación sufrí el pasado domingo con ocasión del fallecimiento de JUAN ANTONIO DORADO SEGURA.  
                En la vida, a veces, te encuentras con personas con empuje producto no tanto de la soberbia sino de la firme convicción en un propósito loable y cierto.

Don Miguel de Cervantes Saavedra - el indignao -. - I I I -


“-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta y pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.” (Lib 1, Capítulo VIII).

El Quijote es, a mi entender, la obra magna de la literatura universal de todos los tiempos, nada hay que se le parezca, pero para ello debieron darse toda una serie de circunstancias sin cuyo concurso de todas y cada una de ellas, no hubiera sido posible que la humanidad gozara de tal   maravilla. Veamos.
En los tiempos que le tocó vivir a nuestro insigne escritor, el reino de España vivía envuelto en reyertas internacionales que iniciara el reinado de Carlos I, ello trajo consigo varias consecuencias decisivas para el presente y el devenir de los siglos futuros, de una parte, la total despreocupación en la administración del propio reino –entendido éste en sentido estricto, es decir,  España- con dejación absoluta de la propia articulación de la sociedad, sus necesidades y medios de producción, etc;  la despoblación de hombres constantemente demandados para la guerra y, lo que es peor, la descapitalización del país ante las ingentes demandas de los gastos militares; por otra parte, y tal vez como causa de lo anterior, el corazón y espíritu
ibéricos eran  víctimas y andaban revueltos entre los platónicos amoríos de las novelas pastoriles y las aventuras de las novelas caballerescas, hasta el extremo que el propio Cervantes fue víctima de una y otra. Se sabe, porque está documentado, que el mismísimo emperador Carlos I era aficionado a la novela caballeresca. Por tanto con toda esta amalgama de circunstancias y ánimos belicosos y encendidos, al nieto de los reyes católicos no le quedara otra opción que multiplicarse, ora sofocando fuegos en Flandes, ora incendiando Nápoles; de la España, de la pobre España, nadie que la vele, nadie que la ocupe, nadie que la gobierne. El ejemplo lo tenemos en el mismo Cervantes, cuando cumplidos poco más de veinte años y sin formación que se sepa, no le queda más remedio que enrolarse en la única ocupación existente al momento –los tercios-, con las desventuras y heroísmos de todos conocido y su maltrecho cautiverio durante largos