jueves, 11 de agosto de 2011

SEMBLANZAS - Cordoba III-


El latido del hombre

El día 2 de junio de 1912 nace en Córdoba en el seno de una familia acomodada el que fuera nieto del “mataó” Bocanegra, don Manuel Carreño Fuentes. Se licenció en Químicas en Madrid y por residir en la laureada y bohemia Residencia de Estudiantes trabó amistad, entre otros, con Federico García Lorca al que introdujo posteriormente en los ambientes cordobeses. No obstante, su estrato social y su formación tanto humana como profesional, optó por esculpirse su propia vida, de él decía Diego Rojano en el Diario Córdoba en mayo de 1995  “Carreño con todo el tiempo del mundo disponible para su uso particular, como él acostumbraba con gracejo a decir, para ganarlo y perderlo a su antojo, sólo esclavo de su libertad nos descubrió las famosas tabernas de Córdoba”, malviviendo de lo que le reportaran sus clases particulares, sus memorables “Memorias tabernarias” que publicara el diario Córdoba y, sobre todo y por encima de todo, de los sablazos en cuyo arte ha sido y no creo que en la historia que esté por llegar, halla quien lo destrone de tan elevado  cetro, para cuya ilustración copio algunas anécdotas del cordobés: “Estando  Carreño en una finca en uno de esos peroles que duran varios días, alguien con
espíritu socarrón le dijo: -Te reto en duelo con florete-. Carreño, sin pensarlo, respondió: -Hombre... ¿porqué me provocas?, ¡si soy el Rey de los sablazos!-.”; mientras, en otra ocasión, el propio Carreño le comentaba a un amigo sobre el arte del sablazo: “-Mira, el sablista tiene que tener mucha habilidad. Yo sin más, doy un sablazo y corto los testículos de un mosquito con la Tizona del Cid-.”. Otro día 
Taberna el Gallo
habiendo anunciado el periódico la inauguración de una famosa Venta en Córdoba en la que se invitaba a una copa por cuenta de la casa, nuestro Carreño aprovechando que Guadalquivir y Pisuerga se prestan a pasar por “toas partes”, se presentó para beber cuanto le apeteció, cuando satisfecho, dispuso marcharse, el dueño de la Venta le abordó, diciendo: “-Debe usted cinco consumiciones-. Nuestro amigo le respondió: Hombre, pues yo pensé que era gratis!. De haberlo sabido me hubiera traído la chequera-. Por el incidente, Carreño fue llevado a la comisaría. El comisario que lo conocía le dijo: - Hombre Manolo, por qué te vas tan lejos y con gente que no conoces-,  a lo que Carreño contestó: - De más lejos viene el Mallorca a jugar con el Córdoba y a sus jugadores no los conoce ni la madre que los parió-.”
 Don Manuel Carreño Fuentes

La ciudad de Córdoba es toda ella un museo donde se amalgaman, en la noche de la historia a la sombra de sus más genuinas arquitecturas, sus bohemios rincones, callejas y tabernas en el semblante de sus hombres y mujeres, sin saber muy bien discernir,  si es el hombre quien se debe a su tierra, o es la tierra quien se adapta a la forma de sus hombres, en ninguna otra ciudad se proyecta de forma más clara el ser del otro en su ausencia, esto es, conociendo únicamente la ciudad que no sus gentes, podríamos perfectamente imaginárnosla y, al contrario, conociendo a sus gentes, es fácil representarse su ciudad, y nuestro personaje, Manolo Carreño es, como tantos otros, la parte ostensible y pintoresca del alma de su ciudad:
Hasta no hace mucho,  años sesenta, existían en todas las oficinas unos recipientes en forma de platillos que se llamaban de agua, su nombre era –escupidores-. Pues bien, en una de las oficinas donde trabajó Carreño, había un compañero que escupía desde su mesa al recipiente sin


levantarse, de forma, que con una trayectoria larga alcanzaba en la mayoría de los disparos su objetivo. Manolo Carreño lo bautizó como el “artillero”, diciéndole:
-Qué lástima, no hubieras sido capitán de artillería, que seguro tu batería hubiera sido tan laureada como la de San Fernando- terminando el comentario con el lacónico:
-Qué piquito tienes hijo de alma, si por detrás apuntas igual te llamo el tropetero Mayor del Reino-.
Paseo del Guadalquivir en Córdoba
 Como buen bohemio su vida se repartía entre pensiones y tabernas, para cuya ilustración, copio:
Se comenta que Manolo Carreño, en una de muchas tabernas que frecuentaba, pedía que le pusieran un par de huevos duros para llegarlo a casa como cena. Pues en una ocasión, cuando se acercaba a su pensión de la calle Consolación,  iba dando algún que otro tumbo de acera en acera como consecuencia de los efluvios del fruto de la vid. Es el caso, que en uno de los tumbos, los huevos que llevaba embolsillados se espachurraron; al llega a casa y verlo como venían le dijo a la patrona de la pensión:
-Mira que le tengo dicho a la tabernera que no me ponga huevos “estrellaos”-. La patrona que lo conocía le contestó:
-El "estrellao" es usted don Manuel-, contestando Carreño:
-¡Qué Dios le conserve la vista.!-.
Balcones engalanados
Hay, finalmente otra anécdota, que pone de manifiesto la personalidad de quien hablamos:
En la taberna El Gallo de la calle Gutiérrez de los Ríos, estando reunido Manolo con un grupo de jóvenes, alguno de ellos le preguntó:
- Carreño, explícanos tú que eres físico eso de la gravedad-
Manolo le puso un ejemplo que todos entendieran al momento:
 - Mira, yo estoy muy agradecido a ella, porque sino fuera por su fuerza, no había forma de tomarme este medio de vino, pues el liquido dorado dentro de él se saldría y me volvía loco para catarlo-. Por esta respuesta tan sabia se ganó las rondas de vino de aquel día.
 En su libro “Córdoba Golfa, don Alfonso Gómez López escribía sobre él:
            “Un personaje muy singular de aquellos años y que aparecía por el Bar Hispania de vez en cuando era "Carreño". Se trataba de un hombre de formación universitaria, aunque bohemio en su proceder. Delgado, de fracciones angulosas, porte correcto y edad indefinida, vestía un traje raído y corbata ajada a la altura del nudo.
Plaza engalanada
 Se trataba de un consumado sablista, aunque tenía arte para desempeñar ese cometido. Se situaba en un extremo de la barra y pedía un medio de vino, pacientemente esperaba la caida de sus víctima, muchas de las cuales iban a mofarse de él, cuando en realidad era "Carreño" con su ácido y mordaz sentido del humor quien les tomaba el pelo.”
Fallecía en su Sultana del alma el día 7 de septiembre de 1992 reposando sus  restos en el Cementero San Rafael de Córdoba, -Descanse en paz- como él solía referir en sus  Memorias Tabernarias a los personajes ya fallecidos.

Datos extraidos de la cordopedia.http://cordobapedia.wikanda.es
Guitarra del cordobés Vicente Amigo. Con especial dedicatoria para quinta-ana y seisysiete.

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