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San Sebastian atado a la columna |
Las tierras y sus hombres –Guipúzcoa y San Sebastián I-
San Sebastian, nacido en la ciudad francesa de Narbona en el año 256, creció y se educó en Milán sirviendo como capitán de la primera corte de la guardia pretoriana del emperador Maximiano en los momentos de máxima persecución del movimiento cristiano. Cuando, por delación, el emperador es advertido de la doble condición del capitán de su élite –soldado y cristiano-, después de ofrecerle la
posibilidad de elegir por una u otra opción y ante el parecer del santo de abandonar el ejército para de esta manera no traicionar sus creencias más firmes, en despecho, le condena a morir de la forma más dolorosa, designando a tal fin, de entre sus mejores arqueros, quienes lo habían de desnudar, atarlo a un poste en el estadio Palatino y saetearlo
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Plaza Gipúzkoa |
sin piedad. Sin embargo, milagrosamente, no fue así como encontrara la muerte; el cuerpo, exánime, fue recuperado por su seguidora Irene que lo hospedó y cuidó en su propia casa hasta el total restablecimiento. Una vez recuperado de las heridas de muerte y contra los consejos de los más allegados que lo invitaban a abandonar Roma, el
santo no sólo prosiguió con la labor de evangelización en la capital del Imperio, sino que personalmente fue a suplicar al emperador que abandonase la persecución contra sus correligionarios; y como era de esperar, el mandatario romano que no daba crédito a lo que veían sus ojos, no sólo no le hizo caso, sino que ordenó a
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Puente Urgull, Teatro Victoria Eugenia y Hotel Maria Cristin |
los soldados azotarlo hasta la agonía, siendo después arrojado el cuerpo a las cloacas, de donde nuevamente Irene lo recupera y lo inhuma en un cementerio subterráneo de la Vía Apia. Posteriormente, la iglesia romana erige en su honor un templo, que aún hoy se conserva en la parte posterior de la catacumba, conocido como la basílica de San Sebastián, y otro más en el Palatino; desde entonces, en su memoria, se han venido erigiendo ermitas, monasterios y templos en toda la faz de la tierra, entre ellos, en nuestra querida ciudad donostierra.
La ciudad de San Sebastian, por tanto, debe su nombre al monasterio que existiera donde actualmente se emplaza el palacio de Miramar, en las faldas del monte Igueldo, erigido en honor del santo, y que en 1014 fuera cedido por el rey de Navarra, Sancho el Mayor, al Obispo de Pamplona y Abad de Leyre, en las laderas de la Foz de Lumbier, pero

no es hasta 1.180 cuando la villa fuera fundada por el rey navarro, Sancho el Sabio,mediante otorgamiento de carta puebla redactada en latín con el nombre de “Sanctus Sebastianus” y con el que pretendía el rey obtener puerto marítimo para su reino, siendo desde entonces conocida con la triple significación de Donostia, San Sebastián y la Bella Easo.
La primera acepción, Donostia, tiene varias teorías, siendo la más común la que atribuye su etimología a “Domine” (Señor) “Ostium” (Ostia, puerto) – Señor del puerto-, en alusión a San Sebastián mártir. Su segunda acepción, -San Sebastián-, ha sido ya explicitada y se debe al nombre con que en la carta puebla otorgada por el rey Sancho el Sabio fuera designada la Villa en